Su misión: servir a la humanidad
Swami Sivananda (1887-1963) fue uno de los grandes maestros de yoga de la India. En su vida logró con éxito dos carreras: una como doctor en medicina y la otra como gran yogui y sabio. Su trabajo siempre se centró en servir a los demás: "Cada trabajo que servía para sanar o aliviar el dolor de los que sufrían me llenaba de gran gozo". Para él, el servir era "la expresión del Amor". Tras sus comienzos como doctor en la India se trasladó a Malaisia, donde miles de Indios trabajaban y vivían en condiciones muy difíciles. Como director de un hospital local pasó gran parte de su tiempo ayudando a los pobres, aquellos que más le necesitaban. No sólo les daba atenciones médicas sin coste alguno, sino que les mandaba de vuelta a sus casas con suficiente dinero para reponer el jornal perdido.
En busca de la felicidad duradera
La sensación de estar llamado a una meta más elevada en la vida estaba siempre en la mente del joven médico. Mas allá de los sombríos placeres de la vida, él buscaba constantemente formas más elevadas de felicidad duradera y paz. El estrés físico y mental que observaba en las personas que conocía le apenaban profundamente. A través de las enseñanzas del Vedanta fue descubriendo gradualmente cuál era la auténtica meta de la vida. Deseaba por encima de todas las cosas seguir el camino de los santos y ayudar a la gente, no sólo a nivel físico como antes, sino también a nivel mental. Para poder dedicar su vida completamente al yoga renunció al mundo y pasó muchos meses como monje renunciante, en un solitario camino errante hasta los Himalayas. Allí practicó yoga y meditación intensamente y alcanzó la realización.
El yoga de la síntesis
En su ashram, la Sociedad para la Vida Divina en Rishikesh, Swami Sivananda enseñó una forma de yoga que integraba todos los sistemas conocidos. Este yoga de la síntesis es la base de la práctica moderna del yoga en occidente. En Rishikesh formó a muchos destacados discípulos que contribuirían a la gran reputación que hoy en día tiene el yoga clásico por todo el mundo. En 1957, instruyó a uno de sus discípulos más cercanos, Swami Vishnudevananda: "Ve a Occidente, la gente te está esperando" y le envió primero a América y después a Europa a difundir las enseñanzas del yoga.
El mayor regalo es el conocimiento
Escribir se convirtió en la nueva misión de Swami Sivananda. Por lo que pudo aportar a la gente una ayuda más duradera. Su meta era difundir el conocimiento espiritual tanto como le fuera posible. Para él el conocimiento era el mayor de todos los regalos. La imprenta era más importante para él que el púlpito, porque las palabras que escuchamos pronto se olvidan; sólo la palabra escrita perdura. Él continuó esa misión hasta el final de su vida, publicando más de 200 libros sobre todos los aspectos del yoga.
Estudiantes por todo el mundo
Swami Sivananda escribió todos sus libros en inglés porque así podía llegar a una mayor cantidad de personas en el mundo. También mantenía correspondencia regular con cientos de estudiantes de yoga por todo el mundo, que se dirigían a él en busca de respuestas y consejos. A su manera, desde su sencilla casa a orillas del Ganges en los Himalayas, Swami Sivananda difundió el mensaje del divino conocimiento a los confines de la tierra.
El poder permanente de sus pensamientos
Swami Sivananda, este gran sabio del siglo veinte, sigue vivo. Sigue vivo a través de sus libros, sus discípulos, y en la atmósfera de los centros y ashrams. Swami Sivananda era un príncipe entre los hombres, una joya entre los santos. El servicio y el amor fueron las armas que utilizó para conquistar el corazón de los hombres. Swami Sivananda no fundó ninguna religión, ni desarrolló nuevas leyes sobre la ética y la moralidad. Sin embargo, él ayudó al hinduista a ser un mejor hinduista, al cristiano un mejor cristiano, al musulmán un mejor musulmán. Había un poder duradero en Swami Sivananda (en sus pensamientos, en sus palabras, y en sus actos). Tenía el poder divino de la verdad, la pureza, el amor y el servicio.
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